San Agustín, ires y venires
Está diagnosticado hasta la saciedad el alto potencial turístico (ecológico
y cultural) del Huila. Pero seguimos siendo apenas eso: un gran potencial, una
hipótesis. E hipótesis sin desarrollo significa nada. Hace cuarenta años
escucho hablar, por ejemplo, del “anillo turístico del sur del Huila”, y cada
vez que, por razones domésticas (no
turísticas), lo repaso, constato su desintegración. En ese anillo se encuentra San
Agustín y sus alrededores, incluido, el Parque Arquelógico (que debiera ser
“nacional”), del cual se quieren celebrar los primeros 100 años de sus primeras
excavaciones en diciembre. Las cifras sobre las visitas al Parque Arqueológico
de San Agustín, sin embargo, no hablan bien de su reconocimiento por parte de
colombianos y huilenses. Sólo un 8% de los huilenses lo conocen. Hace 55 años,
cuando estudiaba mi primaria y primeros dos años de Normal en Pitalito, era mal
visto ir a San Agustín.
Mi primera excursión fue a la Cueva de los Guácharos, no a San Agustín. Cada vez que pregunté en Neiva entre mis familiares por San Agustín, las expresiones fueron de escepticismo y desgano. Estando ya en Bogotá, como profesor universitario, hice una encuesta sobre San Agustín entre mis alumnos de periodismo y todos me preguntaron, ¿San Agustín? Siempre hemos sido –ahora caigo en cuenta- menos que una hipótesis. Quien viene del exterior con emoción y expectativa a visitar las esculturas y la estatuaria de San Agustín espera encontrar en el aeropuerto internacional de Eldorado siquiera una gran valla con una imagen gigante del parque de San Agustín, pero jamás la encontrará. Es más, cuando tome carretera hacia el sur tampoco la encontrará, ni siquiera cuando llegue al Huila. Alcanzará a imaginar que San Agustín no existe, que era una hipótesis del santo de Hipona, o algo semejante. Verá, en cambio, que al norte hay una “Ciudad Perdida”, tan importante como la del sur, pero que la “perdida” sigue siendo la del sur. Una “ciudad” entera de artistas que, al aire libre, en la cima de los Andes, tejieron unas piedras especiales que el tiempo del hombre no ha podido destruir, pero que siguen siendo invisibles para quienes las tienen a su lado.
Uno
de los puntos destacados, a propósito de lo anterior, en el programa conmemorativo
del ICANH de 2013, es demostrarle al país que, entre ires y venires, San
Agustín sí existe. Y, digo yo, para no esperar otros cien años, debiéramos
institucionalizar “la semana anual” del Parque Nacional Arqueológico de San
Agustín, para realizar seminarios, exposiciones fotográficas, concursos de
literatura, de teatro, de música, de danza, sobre la realidad y el misterio de
ese pueblo escultor que hoy todavía nos pone a reflexionar.Mi primera excursión fue a la Cueva de los Guácharos, no a San Agustín. Cada vez que pregunté en Neiva entre mis familiares por San Agustín, las expresiones fueron de escepticismo y desgano. Estando ya en Bogotá, como profesor universitario, hice una encuesta sobre San Agustín entre mis alumnos de periodismo y todos me preguntaron, ¿San Agustín? Siempre hemos sido –ahora caigo en cuenta- menos que una hipótesis. Quien viene del exterior con emoción y expectativa a visitar las esculturas y la estatuaria de San Agustín espera encontrar en el aeropuerto internacional de Eldorado siquiera una gran valla con una imagen gigante del parque de San Agustín, pero jamás la encontrará. Es más, cuando tome carretera hacia el sur tampoco la encontrará, ni siquiera cuando llegue al Huila. Alcanzará a imaginar que San Agustín no existe, que era una hipótesis del santo de Hipona, o algo semejante. Verá, en cambio, que al norte hay una “Ciudad Perdida”, tan importante como la del sur, pero que la “perdida” sigue siendo la del sur. Una “ciudad” entera de artistas que, al aire libre, en la cima de los Andes, tejieron unas piedras especiales que el tiempo del hombre no ha podido destruir, pero que siguen siendo invisibles para quienes las tienen a su lado.
(Publicado en Diario del Huila, Neiva, 19 de octubre, 2013).
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