Un poema de Carlos Pezoa Véliz
Tarde en el hospital
Sobre el campo el agua mustia
cae fina, grácil, leve;
con el agua cae angustia:
llueve…
Y pues solo en amplia pieza
yazgo en cama, yazgo enfermo,
para espantar la tristeza,
duermo.
Pero el agua ha lloriqueado
junto a mí, cansada, leve;
despierto sobresaltado:
llueve…
Entonces, muerto de angustia
ante el panorama inmenso,
mientras cae el agua mustia,
pienso.
Cuando conocí este libro de poemas, La vida es así, del chileno Carlos Pezzoa Véliz (1879-1908), gracias a la edición que hiciera el poeta andaluz, Fracisco José Cruz, director de la revista Palimpsesto, se me ocurrió muy parecido a nuestro Tuerto López. He escogido este poema del poeta fundador o fundacional de la poesía chilena, uno de los menos directos, irónicos y “prosáicos”. También me ha recordado a Luis Vidales. Sólo que Pezzoa, tan distinto a Pessoa, apenas vivió 29 años. No era nada adjetivado.
Sobre el campo el agua mustia
cae fina, grácil, leve;
con el agua cae angustia:
llueve…
Y pues solo en amplia pieza
yazgo en cama, yazgo enfermo,
para espantar la tristeza,
duermo.
Pero el agua ha lloriqueado
junto a mí, cansada, leve;
despierto sobresaltado:
llueve…
Entonces, muerto de angustia
ante el panorama inmenso,
mientras cae el agua mustia,
pienso.
Cuando conocí este libro de poemas, La vida es así, del chileno Carlos Pezzoa Véliz (1879-1908), gracias a la edición que hiciera el poeta andaluz, Fracisco José Cruz, director de la revista Palimpsesto, se me ocurrió muy parecido a nuestro Tuerto López. He escogido este poema del poeta fundador o fundacional de la poesía chilena, uno de los menos directos, irónicos y “prosáicos”. También me ha recordado a Luis Vidales. Sólo que Pezzoa, tan distinto a Pessoa, apenas vivió 29 años. No era nada adjetivado.
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