G. Álvarez Gardeazábal, en sus 75 años
Estas dos entradas, que en su momento escribí para el Diccionario Enciclopédico de
las Letras de América Latina, editado en 1995 por el Centro Rómulo Gallegos de
Caracas, las transcribo a continuación con motivo del XII Festival de la Imagen y la Palabra, que se celebra en Tuluá (Valle) del 24 al 28 de agosto de
2020, bajo la dirección del poeta Omar Ortiz Forero, patrocinado por la
Universidad Central del Valle y la Alcaldía de Tuluá, Festival que rinde
homenaje, como acto central del mismo, al escritor, profesor, periodista y
estadista, Gustavo Álvarez Gardeazábal, a propósito de los 75 años de edad que
cumplirá el 31 de octubre próximo.
n.
en Tuluá (Valle), Colombia, el 31 de octubre de 1945. Se graduó en la
Universidad del Valle (Cali) como licenciado en Letras con la tesis La
novelística de la violencia en Colombia (1970), mientras participaba en la
campaña presidencial del conservador disidente, Belisario Betancur, de quien se
alejaría años después para asumir las ideas liberales de otros candidatos, y
así continuar su ambigua condición política heredada de su padre conservador y
su madre liberal. Ambigüedad fecunda en cuanto a la posibilidad
de atrapar, así, en sus obras la totalidad de un complejo mundo social, como el de su
parcela urbana latinoamericana, de otra manera inaprehensible, y que le
permitió ascender a la alcaldía popular de Tuluá con el apoyo de liberales,
conservadores e independientes en 1988, luego de escribir, entre 1971 y 1987,
diez novelas y un libro de cuentos, todos referidos a fenómenos sociales
trascendentales dentro de la historia de su país, tales como la llamada "Violencia
en Colombia" de 1948-1958 (V. Cóndores no entierran todos los días);
el fetichismo y la "milagrería" del más conservador de los
catolicismos latinoamericanos; las crisis ideologistas universitarias de los
70; la expansión de los grandes latifundistas en el que fuera el Valle de María
(V.); el ascenso de los nuevos ricos provenientes del narcotráfico; el corrupto
reinado de los gamonales. Novelas de denuncia, con estructuras modernas y no
vanguardistas, con lenguajes depurados, ajenos a la adjetivacion gratuita, con
búsquedas formales convincentes, que le ganaron la aprobación de jurados,
editoriales y lectores dentro y fuera de su país, en español y en otros
idiomas. (IPG).
Bibliografía
activa:
a)
La tara del Papa. Buenos Aires: Fabril
Editora, 1972.
Cóndores no entierran todos los días.
Barcelona: Ed. Destino, 1972.
La boba y el Buda. Bogotá: Instituto
Colombiano de Cultura, 1972.
Dabeiba. Barcelona: Ed. Destino, 1973.
El bazar de los idiotas. Bogotá: Plaza y
Janés, 1974.
El titiritero. Bogotá: Plaza y Janés, 1977.
Cuentos del Parque Boyacá. Bogotá: Plaza y
Janés, 1978.
Los míos. Bogotá: Plaza y Janés, 1981.
Pepe Botellas. Bogotá: Plaza y Janés, 1984.
El Divino. Bogotá: Plaza y Janés, 1986.
El último gamonal. Bogotá: Plaza y Janés,
1987.
Los sordos ya no hablan. Bogotá: Plaza y
Janés, 1991.
Bibliografía
pasiva:
b)
Vélez
Correa, Roberto. Gardeazábal. Bogotá: Plaza y Janés, 1986.
Williams,
Raymond L., Comp. Aproximaciones a Gustavo Álvarez Gardeazábal. Bogotá:
Plaza y Janés, 1977.
novela
del colombiano Gustavo Álvarez Gardeazábal (V.), ganadora del Premio Manacor de
España, en 1971. Con ella cierra el autor un ciclo narrativo sobre León María
Lozano, legendario jefe de los llamados "pájaros", pandillas
asesoradas subrepticiamente por algunos sectores oficiales con el fin de que
eliminen a sus opositores políticos durante la vigencia de "la Violencia
en Colombia" (1948-1958). El personaje, famoso en la prensa de la época,
apareció primero en los cuentos "Donaldo Arrieta" (Premio Ciudad de
Barcelona, 1969), "Mercedes Aulestia M." y, con nombre completo, en
"El día que volvió León María" (Premio Unión Artesana de San
Sebastián, España, 1970). Luego, tomó estatura de personaje de trasfondo en su
novela La tara del Papa (1972), para convertirse, después, en el
protagonista de una de las mejores obras de Álvarez Gardeazábal, Cóndores no
entierran todos los días. Acá, el "Cóndor", alias de León María
en la realidad, se convierte en la pesadilla de la que nadie despierta.
Cristiano con fe de carbonero, celoso hasta la enfermedad, capaz de matar si el
fin lo justifica -no pagar unas letras, desmontar el peligro del partido
liberal, vengar el pasado de algún conservador, por ejemplo-, en esta novela
revela la historia y la sociología de una de las más terribles etapas de la
vida colombiana. El autor, sin embargo, huye de los esquemas panfletarios o
partidistas, e inscribe a su personaje en la más rica red de circunstancias
sociales, económicas, morales y políticas, y en un difícil remolino de 10 años
de recuerdos trágicos, narrados por una voz colectiva que se sitúa entre el
mañana del entierro del "Cóndor" y todo su pasado, nos deja una
novela acesante, dolorosa y pensativa, traducida, y llevada al cine con éxito
por Francisco Norden en la década del 80. (IPG).
Bibliografía:
a)
Cóndores no entierran todos los días.
Barcelona: Ed. Destino, 1972.
b)
Gilard,
Jacques y otros. "Cóndores no entierran todos los días". Aproximaciones
a Gustavo Álvarez Gardeazábal. Bogotá: Ed. Plaza y Janés, 1977: 63-122.
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