Volver a Australia 11 años después

Vine por primera vez a Australia en diciembre de 2001, mes y medio después de la muerte de mi padre. Con Clara Betty y Tamara, entonces, visitamos Sidney, Melbourne y Canberra, entre las ciudades mayores. Ahora hemos vuelto a Australia con ocasión del grado de Tamara en la maestría de Políticas Públicas y Administración de la Universidad de Carnegie Mellon, en Adelaide, el pasado 24 de agosto.
Y me he encontrado con una ciudad diferente a Sidney y Melbourne. Tendría que hacer toda una crónica para contar por qué, pero no tengo tiempo. Apenas debo decir que vine con la curiosidad de saber por qué mi hija se había radicado allí. Adelaide (que todos llamamos en español “Adelaida”) es una ciudad muy extensa, con una población que puede pasar del millón de habitantes, con una condición de tranquilidad espectacular. Ciudad de estudiantes y torre de babel como todas las ciudades australianas que conozco.

Nos tocaron los coletazos del invierno, con vientos fuertes y temperaturas bajas. Su centro urbano, la ciudad central, está rodeada por un anillo verde de parques y arboledas (así se dispuso desde su fundación y los urbanistas la han respetado con sigilo). Y el centro del centro es la Plaza Victoria (Victoria Square) que rodean grandes edificios antiguos, entre ellos el que ocupa la filial de Carnegie Mellon University.
Allí desemboca una de sus arterias principales, King William Street. Y en su centro se divierten las aves de una fuente que surte agua por todos lados (ver foto). Los diseñadores urbanísticos australianos hacen fiestas con el agua. La cuidan y la muestran con arte en todas sus construcciones, públicas o privadas. Lo mismo sucede con las vías peatonales que aparecen llenas de flores, de esculturas que rinden homenajes a sus héroes que casi siempre son animales, cerdos, pájaros, canguros, koalas, pingüinos, etc. (foto). Por ejemplo, Rundle Mall es una bella vitrina por donde todos caminan o pasean, compran o sestean, comen o conversan.

Como en toda Australia, aunque se nota más en Adelaide, el Estado y la sociedad creen que la vida es para vivirla dentro de rangos y parámetros cómodos y justos para el ser humano. Las diferencias sociales no configuran brechas infranqueables como en otros países. Las universidades son inmensas (Adelaide, Flinders, Sur de Australia, Carnegie Mellon, etc.) y en ellas se ven todas las caras de las etnias humanas. Adelaide tiene, además, el privilegio de poseer entre sus habitantes, desde hace diez años, el premio Nobel de Literatura de 2003, J. M. Coetzee, profesor de la Universidad de Adelaide, quien acaba de publicar en un solo volumen tres de sus grandes novelas: Infancia, Juventud y Verano, bajo el título de Scenes from Provincial Life, y que llevo con su firma, como mi mejor regalo (con el grado de mi hija) a Colombia.

En Adelaide se encuentran inmensos viñedos con una producción muy rica de vinos (que desconocemos en Colombia). Y la famosa Isla de Granito, legendaria y bella, que puede uno recorrer por sus orillas en una hora. Viejo puerto de vagabundos navegantes de mar que por ahí pasaron, es Víctor Harbour. Y una obra de ingeniería la del puente que une y se recorre en coche de caballos, el puerto con la isla.
Allí, en Adelaide, vive Tamara por ahora, como muchos colombianos. Allí ha escrito Coetzee varias de sus grandes novelas posteriores al premio y que ya casi le hacen merecedor de otro Nobel (en marzo aparecerá otra novela suya sobre la infancia de Jesús). Adelaida se queda metida en la gran bahía del suroeste de Australia, un poco escondida, mientras en nosotros crece la nostalgia de la despedida.

Comentarios

  1. www.fluidoabsurdo.blogspot.com14 de septiembre de 2012, 21:39

    Isaías: te extraño. Gracias por cruzarte en los accidentes que hacen mi camino.
    Con afecto,
    Andrea

    ResponderEliminar
  2. profe, espero esté bien abrigado, se le extraña por acá :)

    ResponderEliminar
  3. Te felicito.
    He probado sus vinos. Han llegado por estos lares, vía "Exito".
    Tengo referencias de Sidney por una hija, también.

    ResponderEliminar
  4. Te felicito.
    He probado sus vinos. Han llegado por estos lares, vía "Exito".
    Tengo referencias de Sidney por una hija, también.

    ResponderEliminar
  5. Maestro, de nuevo congratulaciones porque la vida lo ha vuelto a premiar.

    ResponderEliminar
  6. Hola profe:
    Desde Pitalito, con paisajes hermosos como los de Adelaida, pero diferentes, felicitaciones por el grado de su hija, por el viaje, por su encuentro con el gran escritor John M. Coetzee y por el texto tan sentido que escribe. Tertulia La Embarrada

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

II Concurso Nacional de Cuento RCN-MEN

Pitalito-Isnos-Popayán

Un cuento de Juan José Arreola