Leticia, Amazonas. Una historia (1)

Dejó por escrito el presbítero Miguel Antonio Poveda en el registro de la parroquia de la Virgen de las Mercedes de Saladoblanco que el 5 de junio de 1943 había presenciado y celebrado el matrimonio entre José Joaquín Peña y Ana Silvia Gutiérrez. Había sido muy a la madrugada. Y en las primeras horas del mismo día ya el hombre pasaba por Oritoguás rumbo a Garzón y Florencia para embarcarse en el río Orteguaza, caer al río Caquetá y por él navegar hasta La Tagua. Desde allí se cruzaría por una trocha de herradura hasta Puerto Leguízamo, sobre el río Putumayo. Tendría que caer luego al Amazonas, ya en Brasil, para entonces subir por el río más grande del continente a su destino final: Leticia, el caserío del sur del país que hoy podría compararse con Australia para quienes iban del interior a lo más profundo del continente. Allá paró, de nuevo, porque ya antes lo había explorado, José Joaquín. Y seis meses después, en el mismo año 43, llegaríamos por la misma ruta, Ana Silvia, Custodio Parra , un amigo de ellos, y yo (recién nacido), sin saber a qué paraíso me habían llevado y sin presentir que allí pasarían los primeros cinco años de mi vida. Desde entonces, Leticia ha sido una caja fuerte donde guardo mis recuerdos sin sombra, que, inútilmente, trato de abrir cada vez que quiero tocar fondo. Por eso, ahora que el profesor Jorge Enrique Picón Acuña me ha enviado desde Leticia, Amazonas, su ensayo sobre la historia de ese municipio que fuera degradado administrativativamente alguna vez, no he podido menos que releerlo para ver si en él encuentro la sombra que le de luz a mis recuerdos. Por lo pronto, le he pedido que me lo deje transcribir en este blog en las partes que resulten necesarias. Picón Acuña lo ha titulado "LETICIA 1928-1964: MUNICIPIO, INSPECCIÓN DE POLICÍA, CORREGIMIENTO Y MUNICIPIO". Algo así como una variación kafkiana. Es parte de la historia, algunas veces absurda, digo yo, que, en general, desconocen los colombianos de su propio país y que José Eustasio Rivera trató alguna vez de reivindicar con su novela y sus crónicas y sus alegatos periodísticos. Esta es la "Introducción" del ensayo de Jorge Enrique Picón Acuña:
"El 22 de febrero de 2012 Leticia cumple 48 años de recuperar, por segunda oportunidad, la categoría político-administrativa de Municipio, fundamentada en la Ley 69 de 1963, bajo el argumento de “auspiciar el desarrollo de Puerto Leticia, capital de la Comisaría del Amazonas, y corresponder a su importancia como centro fronterizo… sin sujeción a las normas y leyes preexistentes sobre creación de municipios”. (Artículo 6°. Subrayado fuera de texto). Consecuente con lo anterior, el gobierno del Presidente conservador Guillermo León Valencia, a su vez, expidió el Decreto No. 352 del 20 de febrero de 1964 y en el artículo 1° se ordenó: “A partir del 22 de febrero del año en curso, elévese a la categoría de municipio el actual corregimiento de Leticia, con cabecera en la población del mismo nombre…”. (Subrayado fuera de texto).
El presente es un estudio preliminar del proceso político-administrativo que vivió el poblado de Leticia entre 1928 y 1964, tiempo en el cual transitó entre ser un municipio, inspección de policía, corregimiento y nuevamente municipio, con el propósito de analizar, bajo dichas categorías, cuál fue el tratamiento que recibió del Estado colombiano desde el momento de su creación en 1928, así mismo, el funcionamiento como entidad político-administrativa y el papel que jugaron los colonos e indígenas en dicho proceso.
El Tratado Lozano-Salomón de 1922 puso fin a un siglo de indefiniciones limítrofes entre las Repúblicas de Colombia y Perú. En el caso de Colombia, el Tratado Lozano-Salomón significó el reconocimiento de la soberanía en la franja comprendida entre el río Caquetá y la margen izquierda del río Putumayo, la salida y soberanía sobre el río Amazonas, recostada hacia la banda izquierda, en una extensión de tan sólo 116 kilómetros y la posesión del pequeño poblado de Leticia que desde 1867 dependía del gobierno peruano de Loreto. A partir de esta nueva configuración territorial se estructuró el denominado Trapecio Amazónico.
El anterior panorama, de una vez por todas cerraba tristemente un capítulo de ilusiones sobre un territorio que se reclamaba desde los escritorios de Bogotá, comprendido entre el río Napo y la desembocadura del río Caquetá, como consecuencia del bajo nivel de importancia que la región amazónica demandó en las élites gubernamentales tradicionales colombianas y, en consecuencia, el abandono y olvido de territorios cuya soberanía era figurativa –en los mapas-, contrastando con la visión geoestratégica que demostró el gobierno del presidente Ramón Castilla con respecto a la amazonía peruana ; en este sentido, el 7 de enero de 1861 Castilla ordenó la creación del Departamento Marítimo Militar de Loreto fortalecida con la orden de compra de cuatro vapores en Inglaterra: Pastaza, Morona, Napo y Putumayo, los mismos que arribaron a Iquitos entre 1863-1864; indudablemente que dichos vapores tenían la tarea de sentar la soberanía en la amazonia peruana, acción complementada con la organización de la Comisión Hidrográfica en 1867. Hacia 1897 Iquitos ya era al capital de Loreto.
Por otra parte, en una reacción tardía y empañada por la masacre de miles de indígenas de las sociedades Huitoto, Bora, Ocaina, entre otros, a manos de los barones caucheros, se llegó, finalmente, a la demarcación limítrofe con la República del Perú".

Comentarios

  1. Gabriel Calderón M.1 de marzo de 2012, 14:41

    QUE HERMOSO ES CONOCER LA HISTORIA Y MÁS AÚN CUANDO ESTA BIEN ESCRITA.IGNORABA LAS ANDANZAS INFANTILES DE ISAÍAS, PERO ME HACEN RECORDAR LO CUANTA LOPEZ MICHELSEN DE LETICIA EN"MIS MEMORIAS". MUY BIEN.

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  2. ¡Qué bonita introducción, pa'! ¡Qué bonita! Me emocionó mucho leer esas palabras, recordar a los abuelos e imaginarlos en esa travesía que aún hoy debe ser dificilísima. Ojalá haya vida y medios para intentar de nuevo esa ruta. ¡Sería toda una expedición!

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  3. Interesante historia de un pueblo que más que lejano ha sido olvidado por todos y por todo. La historia de la nación colombiana debe escribirse, y de sus territorios como la Amazonía, por la que recorren grandes arterias fluviales como el Amazonas, Caquetá y el Putumayo, parte del "tercer mar" de Colombia, sus ríos.

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