Germán Gaviria Álvarez, Premio Nacional de Novela 2011

Tengo que repetir el título de hace unas pocas semanas en este blog (25 de agosto) cuando Germán Gaviria Álvarez (Bogotá, 1961) ganó el Premio Nacional de Literatura en el género de novela corta, convocado por el área de creación literaria de la Universidad Central. Hizo moñona en menos de mes y medio con dos primeros premios, el de la Universidad Central y ahora el del Ministerio de Cultura con sus novelas El hombre que imagina y Olfato de perro. Pienso que ha sido su mejor manera de celebrar sus 50 años cumplidos en junio pasado y que no alcanzo a asimilar porque sigue teniendo la misma estampa juvenil de cuando lo conocí en 1989 en el Taller de Escritores de la Universidad Central. !Cuántos carros pasaron por debajo de los puentes de la 26, querido Germán, entre aquel año 1989, en que hiciste también moñona en nuestro concurso "El cuentista inédito" -que organizábamos los reunidos bajo el grupo "Alejo Carpentier", con egresados del Teuc-, con dos cuentos que nunca olvidaremos, "Amelia" y ese inmenso "Papiroflexista", y este 2011 en el que consolidas ante los medios y el público lector tu vocación de escritor químicamente puro!
Después vinieron el tercer premio en el Concurso Nal. de Cuentos "Carlos Castro Saavedra", con "Escalón rojo", en 1992, y los que llegaron después del "extranja" (que son los que citará la prensa, pero también igualmente meritorios, como el de guión de radio en Alemania y el del Herralde en novela). Para mí, sin embargo -se lo digo, por primera vez, en esta nota que no puede ser una crítica literaria, ni periodística, sino un apretado montón de recuerdos muy cercanos a mi vida misma-, después del "Papiroflexista" y los otros cuentos, donde descubrí al químico condenado a ser, sin remedio, escritor grande, fue en el texto que resultó de su viaje al Orinoco, resultado de una beca ganada en el Ministerio de Cultura, México y Venezuela. El texto, como suele suceder en mi país, sigue inédito. El viaje al Orinoco, de subida y casi con perdida, como si quisiera repetir a Rivera o a Carpéntier, produjo una rara especie de alquimia, apenas previsible en su primer cuento. Germán, entonces, se quedó, definitivamente, en la escritura, y para no rendirse -porque nadie publicaba- se dedicó a las actividades que no lo dejarían abandonar el escenario. Alguna agencia cultural y de idiomas (Alianza Colombo-Francesa) empresa editorial privada (Educar), alguna universidad pública (UPTC), algunas correcciones de pruebas con Hojas Universitarias (UC), algún restaurante en La Calera (porque el hombre se cuida con la buena comida y ¡cómo la prepara!), muy pocos encuentros de escritores, un hijo ya grandote, las mujeres con cuidado, trago selecto porque el guaro ya hace daño, y otra vez a la lectura y a la escritura y a fundar su propia fábrica de libros y revistas, fatalmente. Manuel José Rincón, él último de los carpenterianos, Premio Nacional de Cuento, lo acaba de decir: cuando Germán en la "Noche de Narradores" de agosto pasado expuso su pasión por nuestro común J. M. Coetzee, reconfirmó que a los 50 años seguía más brillante que nunca.





El fallo del Ministerio de Cultura lo firman cinco escritores, uno chileno y cuatro colombianos (insisto en esto porque alguien en el fallo de la Universidad Central me dijo, en voz quejumbrosa, que había ganado "uno de la casa", y no le dije, pero me quedé pensando -como el hombre que imagina- que también la gente honrada de "mi casa", por su capacidad y honestidad, tenía derecho a ganar), los jurados: Conrado Zuluaga, Miguel Ángel Manrique, Cristo Rafael Figueroa, Elkin Pinto y el chileno Alejandro Zambra. Dicen los jurados que la novela “está bien estructurada, su ritmo es continuo y sus personajes poseen una interioridad”. Todo eso es cierto y yo enfatizaría en lo último. Germán maneja, como pocos, un clásico y, a la vez, moderno sentido de la narrativa, y navega siempre en un mundo interior extraño de ver en la literatura colombiana, sin alejarse del amargo mundo exterior (o tal vez, por eso mismo). Ya lo leerán en noviembre cuando salga El hombre que imagina, la novela de la Universidad Central, y el año entrante, Olfato de perro.

La anterior versión de este concurso la ganó Miguel Àngel Manrique en 2008, con su novela Disturbio.

[Las fotos son de esta semana cuando fuimos con Germán y el cuentista Joaquín Peña a celebrar con una mini-paisa y mazamorra en "El Antioqueño" de la 21].

Comentarios

  1. Maestro: ¿donde puedo conseguir los cuentos " Amelia", " Papiro flexista" y "Escalón rojo"?. Gracias

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  2. Los cuentos de Germán Gaviria han sido publicados en la revista Hojas Universitarias y en las colecciones de cuentos que en formato de libro ha hecho también la Universidad Central. Gracias.

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  3. La historia de la Izquierda en Colombia; ¡qué trillado! Aún cuando el texto debe ser aceptablemente bueno. Un escritor más o menos anónimo que no se perdió en el Orinoco, sino que allí enloqueció, o se hizo el enloquecido. Trabaja excesivamente para compensar el escaso talento que le hace partirse el cráneo y los dedos de las manos para sacar una o dos cuartillas. Quizás ahora, ostentando un premio, aprenda finalmente a comer con tenedor y cuchillo, se olvide de las uñas sucias que llevó por tantos años, y sepa, finalmente, que sensación dan unos cuántos billetes en el bolsillo.

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  4. La historia de la Izquierda en Colombia; ¡qué trillado! Aún cuando el texto debe ser aceptablemente bueno. Un escritor más o menos anónimo que no se perdió en el Orinoco, sino que allí enloqueció, o se hizo el enloquecido. Trabaja excesivamente para compensar el escaso talento que le hace partirse el cráneo y los dedos de las manos para sacar una o dos cuartillas. Quizás ahora, ostentando un premio, aprenda finalmente a comer con tenedor y cuchillo, se olvide de las uñas sucias que llevó por tantos años, y después de mucho esperar con agobiante paciencia, sepa cómo es el agradable cosquilleo de llevar unos cuántos billetes en el bolsillo. GC

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  5. Hola German, soy Yesid. Necesito contactarte, en cuanto veas este mensaje respondeme. Gracias

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