Otro comentario sobre Jaime Mejía Duque
Mi comentario sobre la muerte del ensayista y narrador colombiano Jaime Mejía Duque (foto, a la derecha) ha originado notas (que, entre otras cosas, corrigen datos anteriores), como la que transcribo a continuación, de Carlos Llanos Diazgranados, de Valledupar:
“Con mucho dolor y solamente en honor a la verdad hago este comentario. Jaime [Mejía Duque] dejó de acompañarnos el 16 de julio de 2009 después de soportar por varios meses una penosa enfermedad que le produjo un paro respiratorio. Tuve la oportunidad feliz de visitarlo en Santa Marta dos días antes de su muerte momento en que alcanzó a autografiarme su última novela publicada La Noche de Bareño. La referencia de su nacimiento es en Aguadas, Caldas, pero él nació en Miranda, Cauca, el 5 de agosto de 1932. Murió de 77 años a escasos días de cumplir los 78. Fue más reconocido internacionalmente que en los círculos intelectuales colombianos. No le perdonaron su osadía de criticar la obra de García Márquez El Otoño del Patriarca pero no le reconocieron sus comentarios como obra maestra del mismo autor El coronel no tiene quien le escriba. Personalmente lo catalogué como un intelectual de …peso pesado. Lamentable que ni la prensa ni la intelectualidad colombiana le hayan reconocido su trayectoria e influencia en la ensayística latinoamericana (complejo nacional frente a los que pensamos diferente). Dejó importantes obras inéditas que merecerían el interés de actores y gestores de la cultura nacional. Su paso por la vida fue digno. Íntegro en el equilibrio de las ideas, las expresiones y la acción. Admirable su capacidad para superar los obstáculos que le deparó la vida: infancia y preadolescencia de desacuerdos paternales, limitaciones físicas a temprana edad (un accidente le cercenó la mano izquierda y el pulgar de la mano derecha), el rechazo de los oligarcas intelectuales colombianos, fracaso de su primer matrimonio y la renuencia de las editoriales a publicar sus obras. Murió bien acompañado. Cecilia Villazón, su vallenata del alma, a quien llamaba la "Chiche", fue su lazarillo digital, compañera en lo físico, espiritual e intelectual. Lo llenó por completo. Está empecinada en la publicación de Germinalia, una recopilación de pensamientos profundos que llaman a la reflexión. Ensayista, crítico literario, novelista, cuentista y poeta, nos deja esta cita, que se puede ajustar al desconocimiento inmerecido de su talento: Los libros quizá -como los hombres- se extravían también entre sus propias huellas".
“Con mucho dolor y solamente en honor a la verdad hago este comentario. Jaime [Mejía Duque] dejó de acompañarnos el 16 de julio de 2009 después de soportar por varios meses una penosa enfermedad que le produjo un paro respiratorio. Tuve la oportunidad feliz de visitarlo en Santa Marta dos días antes de su muerte momento en que alcanzó a autografiarme su última novela publicada La Noche de Bareño. La referencia de su nacimiento es en Aguadas, Caldas, pero él nació en Miranda, Cauca, el 5 de agosto de 1932. Murió de 77 años a escasos días de cumplir los 78. Fue más reconocido internacionalmente que en los círculos intelectuales colombianos. No le perdonaron su osadía de criticar la obra de García Márquez El Otoño del Patriarca pero no le reconocieron sus comentarios como obra maestra del mismo autor El coronel no tiene quien le escriba. Personalmente lo catalogué como un intelectual de …peso pesado. Lamentable que ni la prensa ni la intelectualidad colombiana le hayan reconocido su trayectoria e influencia en la ensayística latinoamericana (complejo nacional frente a los que pensamos diferente). Dejó importantes obras inéditas que merecerían el interés de actores y gestores de la cultura nacional. Su paso por la vida fue digno. Íntegro en el equilibrio de las ideas, las expresiones y la acción. Admirable su capacidad para superar los obstáculos que le deparó la vida: infancia y preadolescencia de desacuerdos paternales, limitaciones físicas a temprana edad (un accidente le cercenó la mano izquierda y el pulgar de la mano derecha), el rechazo de los oligarcas intelectuales colombianos, fracaso de su primer matrimonio y la renuencia de las editoriales a publicar sus obras. Murió bien acompañado. Cecilia Villazón, su vallenata del alma, a quien llamaba la "Chiche", fue su lazarillo digital, compañera en lo físico, espiritual e intelectual. Lo llenó por completo. Está empecinada en la publicación de Germinalia, una recopilación de pensamientos profundos que llaman a la reflexión. Ensayista, crítico literario, novelista, cuentista y poeta, nos deja esta cita, que se puede ajustar al desconocimiento inmerecido de su talento: Los libros quizá -como los hombres- se extravían también entre sus propias huellas".
CARLOS LLANOS DIAZGRANADOS
Valledupar, Cesar, 7 de agosto de 2009
(Gracias, Carlos, y que ojalá la novela de Jaime se conozca en esta Feria del Libro de Bogotá, que comenzó anoche, 12 de agosto, y que Cecilia pueda publicar los inéditos, que deben ser muchos, porque Jaime no sabía sino pensar, leer, debatir y escribir).
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