Luis Loayza (1934-2018)

Luis Loayza (Archivo de A. Oquendo)

Cuando viajé por primera vez a Lima, debió ser por allá en 1974, una de las figuras jóvenes emergentes era Luis Loayza, pero tenía ya la fama de ser lejano. Recuerdo que Eduardo González Viaña me puso en contacto con algunos escritores de su época, como Alejandro Romualdo, Arturo Corcuera, Oswaldo Reynoso, Abelardo Oquendo, José Miguel Oviedo y otros más. De ellos me traje un morralado de libros firmados. Sin embargo, de Loayza no pude conocer nada. Con el tiempo, sin que nunca lo olvidara, la figura de Loayza se fue diluyendo hasta ahora que por vía de El País de Madrid, en nota de Raúl Tola y con foto del archivo de Abelardo Oquendo, me entero de su muerte en París el 12 de marzo, la semana pasada.
Con la muerte de Luis Loayza, la literatura iberoamericana pierde a uno de sus prosistas más elegantes e inteligentes”, dice Tola. Era un “raro talento”, nacido en Lima en 1934.
Muy jóvenes, con Oquendo y Vargas Llosa, fundaron la revista Literatura. Luego se fue del todo para Francia (salvo en vacaciones, regresaba). Trabajó como intérprete y como traductor. Dejó varios libros publicados, muy elogiados, pero que como antes, hoy tampoco se consiguen: Una piel de serpiente (novela, 1964), El sol de Lima (ensayos, 1974), El avaro y otros textos (1974), Otras tardes (cuentos, 1985), Sobre el 900 (ensayos, 1990). 
“A Loayza lo precedía el mito. Se decía que lo había leído todo, que su erudición era de una profundidad y amplitud abrumadora”. Raúl Tola cita a Alonso Cueto: "Yo lo escuchaba hablar de libros y autores. El ingenio, la gracia, la variedad de temas, sus chistes y bromas, su erudición, los personajes peruanos que evocaba, sus comentarios sobre Machen, De Quincey o Henry James (a quien conocía a la perfección), están entre los recuerdos más valiosos que tengo".
Miguel Saenz cita esta anécdota de Luis Loayza: “El 21 de mayo de 1965, Luis Loayza le ganó a Bobby Fischer, que encaraba 26 partidas simultáneas en Nueva York”.
Del retraimiento de Luis Loayza habla Fernando Ampuero: "No daba entrevistas, no le interesaba el mundillo literario. Le interesaban solo los buenos libros, que leía vorazmente y que a veces traducía. Muchos jóvenes, en una época, pensaban que era un fantasma inventado por Mario Vargas Llosa y Abelardo Oquendo”.
Y Vargas Llosa escribió: "Loayza es uno de los grandes prosistas de nuestra lengua y estoy seguro de que tarde o temprano será reconocido como tal. Ya lo era cuando yo lo conocí, en la Lima de los años cincuenta. Lector voraz, desdeñoso de la feria y la pompa literaria, ha escrito solo por placer, sin importarle si será leído, pero, acaso por eso mismo, todo lo que ha escrito exhala un vaho de verdad y de autenticidad que engancha al lector desde las primeras frases y lo seduce y tiene magnetizado hasta el final".
Es curioso. A Loayza nunca lo he leído; pero, nunca lo he olvidado. Y porque no pude conocerlo hace casi cincuenta años, he querido recordarlo hoy con esta nota. Tal vez, digo, tal vez, en eso consista la realidad de aquellos excelentes escritores fantasmas para quienes el placer de escribir se agota en ellos mismos, sin importarles si serán o no leídos.

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