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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Mi Simón Bolívar

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Había terminado cinco años de primaria y dos de secundaria en la Escuela Normal Superior y su Escuela Anexa, de Pitalito. Y había cursado los cuatro años restantes de la secundaria en el Colegio Nacional Simón Bolívar de Garzón. (Esas nomenclaturas las cambió el Ministerio de Educación sin razón alguna no se en qué año, o con razones que siempre imponen las misiones o los consejeros que vienen del exterior. Hoy se usa una expresión horrible, que nunca he sabido a qué obedece, aunque intuyo muy neoliberal, que es “Institución Educativa”, que suelen resumir –por lo larga o por lo fea- con sus letras iniciales “I. E.”, a las cuales se les agrega el nombre del “colegio” o “escuela”). Entre Pitalito y Garzón pasaron mi niñez y adolescencia. De eso hace 50 años. Y es lo que quiero recordar en este fin de semana. El Simón Bolívar de Garzón, como de todos modos le seguimos diciendo, era un colegio nuevo en 1960 cuando llegué a cursar mi tercero bachillerato. Lo habían fundado en 1951. Sus

J. M. Coetzee: "Biblioteca personal"

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La primera parte de esta historia la conté en esta columna a comienzos de año. En septiembre de 2012 invité al Premio Nobel de Literatura 2003, J. M. Coetzee, a Colombia. Enseguida la Universidad Central, por intermedio de su pasado rector, Guillermo Páramo Rocha, me dio el aval. En abril de 2013, Coetzee vino. Fue un éxito y, sobre todo, muy útil. Cada vez que rompemos el cerco, sumamos puntos en contra del ancestral aislamiento colombiano. Ahora, tengo nuevas noticias acerca del maestro J. M. Coetzee. Aunque Colombia figura en algunas de sus obras –por ejemplo, Diario de un mal año -, nunca como ahora parece estar cerca de nosotros. Y esta vez lo será por vía Argentina. En alguna visita a Buenos Aires, al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), su directora María Soledad Constantini, le propuso a Coetze que armara su “biblioteca personal” con los libros que él considerara básicos en su vida de escritor, que ella, como codirectora de la editorial El hilo de Ariadna

"Lecturas Dominicales": 100 años

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Eduardo Mendoza Varela En 1964, salí del sur del Huila a estudiar en Bogotá. Por lo remoto, desconocido y frío, me pareció que llegaba al Polo Norte. Sin embargo, desde Pitalito y Garzón, yo había cultivado en mi bachillerato una amistad que sería mi salvación en Bogotá: los suplementos literarios dominicales. Más que los libros, que nunca llegaban, fueron los suplementos literarios de El Espectador y El Tiempo , las fuentes intelectuales de toda mi generación (años 60 y 70). Y eso fue posible porque ellos (incluido el de El Siglo ) eran unos señores suplementos. Y no es cosa de nostalgia. Es que –como lo han recordado Enrique Santos Molano y Daniel Samper Pizano-, con motivo de los cien años de “Lecturas Dominicales” de El Tiempo , en ellos se debatían los grandes temas intelectuales y literarios del mundo. Un solo ejemplo. Yo conocí a Alfonso Reyes, el gran maestro mexicano de todos los tiempos, no por sus libros, sino porque en “Lecturas Dominicales” aparecían sus ensayos. Los

La repatriación interior (4)

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Asistí la semana antepasada a la Casa del Huila, en Bogotá, a una mesa redonda convocada por su director, Dr. Julio Enrique Ortiz, para hablar del libro Las estatuas del pueblo escultor. San Agustín y el Macizo Colombiano , de David Dellenback, traducido por él y su esposa Martha Gil. La reunión resultó ser un ejemplo magistral de diálogo civilizado entre opositores frente a una misma causa. Sin embargo, como suele suceder en estos casos, lo coyuntural le ganó a lo sustancial. David comenzó a hablar de su libro, que era lo importante. Debo repetir: lo importante, lo que está en juego, es el tesoro artístico, arqueológico y cultural que se llama Parque Arqueológico de San Agustín, que sigue en el olvido (a pesar del actual Icanh y de la administración de Julio Enrique Ortiz Cuenca que logró la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad). Pero David no habló mucho de su libro –del que mi pariente Roberto Castro Polanía me había puesto sobre aviso-, sino que se perdió en la polémica susc