Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2010

Un minicuento de Miguel Ángel Giraldo

SE ME ESCURRIERON LOS OJOS Miguel Ángel Giraldo Mami: Hoy se me vinieron las lágrimas en la calle Antier concelebramos la misa por el segundo aniversario de tu partida y hoy, sábado, almorzamos juntos en casa, pero no fuimos a visitar tu tumba Vos entendés la razón; la cobardía emocional impide compartir flaquezas y nos atrinchera en rincones de autosuficiencia, somos soledades que nos agreden y nos vuelven mutuamente agresivos Después de la siesta salí a recordar mi ciudad … y encontré tanques por la Quinta, mami se me escurrieron los ojos Sí señora, la misma Quinta por la que bajábamos bailando “Cali pachanguero”, ¿te acordás? Yo nunca había visto un desfile con tanques de guerra por la Quinta y no sé si los hubo antes, pero si fue así, gracias por no llevarme a verlos, gracias por no sembrarlos en mí Algo muy divertido perdura con nuestros seres más allá de su partida, y es la irrespetuosa complicidad que nos autoriza el afecto: Hace dos años, acompañándote al cementerio, bromeábamo

José Eustasio Rivera, un hombre en contravía (2)

Imagen
José Eustasio Rivera Un hombre en contravía Isaías Peña Gutiérrez Siguiendo la ruta del Magdalena a Barranquilla se fueron. Pasaron por Puerto Cabello, La Guaira, Puerto España, entraron por el Orinoco hasta Ciudad Bolívar, antigua Angostura, y llegaron a Caicara a finales de octubre de ese año 1922. Antes de la confluencia del Meta con el Orinoco, en los raudales de San Borja, Rivera, ante el abandono en que los tenían los gobiernos colombiano y venezolano, renunció a la Comisión y decidió viajar solo Orinoco arriba, en canoa alquilada, con dos indios, un revólver y unas latas de conserva. El 20 de diciembre llegó a San Fernando de Atabapo, en la confluencia del Orinoco, Guaviare, Atabapo e Inírida. Las fiebres del paludismo -distintas a las de su misterioso mal- lo atacaron, como en Orocué. Piel marchita, terrosa y opaca, ojos vidriosos y amarillos, andar inapetente, desaliento y decadencia general, era el cuadro de salud suya, según su compañero de Comisión, Melitón Escobar, quien l

José Eustasio Rivera, un hombre en contravía (1)

En la Biblioteca Nacional de Colombia (Bogotá), hoy dirigida por Ana Roda, estará abierta, hasta el 6 de marzo, una bella y extraña exposición sobre la obra y la vida del novelista, poeta y estadista colombiano, José Eustasio Rivera, con la curaduría de Carlos Páramo. No dejen de verla. Mientras tanto, para reiniciar mi blog, abandonado por un par de semanas, publico, de nuevo, en dos entregas, una crónica que escribí sobre Rivera cuando avanzaba en mis estudios sobre su vorágine, la de su vida -tan vigorosa y útil como su novela-, que algún día deberá convertirse en una película. JOSE EUSTASIO RIVERA Un hombre en contravía Isaías Peña Gutiérrez Ahora estaba sentado en la mecedora, junto al brevo de la mitad del patio, escribiendo las aventuras de Alicia y Arturo Cova en una libreta de pastas carmelitas y hojas amarillentas. A este retiro, en la casa de Solita Murillo de Martínez, había llegado a mediados de junio. Sogamoso le brindaba el sosiego que Bogotá le negaba para dedicarse a e

Tres poemas de Gwendolyn Brooks

Imagen
Gwendolyn Brooks (EEUU, 1917–2000) Trad. de Oscar Godoy Barbosa Mis sueños, mis trabajos, tendrán que esperar hasta mi vuelta del infierno Almaceno mi miel y mi pan tierno en jarras y cajones protegidos recomiendo a las tapas y pestillos resistir hasta mi vuelta del infierno. Hambrienta, me siento como incompleta no se si una cena volveré a probar todos me dicen que debo aguardar la débil luz. Con mi mirada atenta espero que al acabar los duros días al salir a rastras de mi tortura mi corazón recordará sin duda cómo llegar hasta la casa mía. Y mi gusto no será indiferente a la pureza del pan y de la miel. El funeral de la prima Vit Sin protestar es llevada afuera. Golpea el ataúd que no la aguanta ni satín ni cerrojos la contentan ni los párpados contritos que tuviera. Oh, mucho, es mucho, ahora sabe ella se levanta al sol, va, camina regresa a sus lugares y se inclina en camas y cosas que la gente ve. Vital y rechinante se endereza y hasta mueve sus caderas y sisea derrama mal vino en